NOVIEMBRE- FAMILIA Y VOCACIÓN

NOVIEMBRE MES DE LA FAMILIA Y LAS VOCACIONES

 

Durante el mes de noviembre, el colegio lo dedica a la familia, donde se promueve el valor de la Comunión, Familia y Vocación. Igualmente celebramos la semana vocacional, oramos por las vocaciones sacerdotales y religiosas. En un mundo roto y deseoso de unidad es necesario proclamar con gozo y fe firme que Dios es comunión, Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidad en la distinción, el cual llama a todos los hombres y mujeres a que participen de la misma comunión del Dios trinitario.

Es necesario proclamar que esta comunión es el proyecto magnífico de Dios Padre; que Jesucristo, que se ha hecho hombre, es el punto central de la misma comunión, y que el Espíritu Santo trabaja constantemente para crear la comunión y restaurarla cuando se hubiera roto. Es necesario proclamar que la Iglesia es signo e instrumento de la comunión querida por Dios, iniciada en el tiempo y dirigida a su perfección en la plenitud del Reino… Esta comunión, existente en la Iglesia y esencial a su naturaleza, debe manifestarse a través de signos concretos… La familia es el mejor ambiente para hacer visible la comunión entre los seres humanos y de ellos con Dios.
https://www.youtube.com/watch?v=77NB2cnjMjI

En el Documento de Aparecida, 155-156, nos dice que los discípulos de Jesús están llamados a vivir en comunión con el Padre y con su Hijo muerto y resucitado, en la Comunión en el Espíritu Santo (2cor 13, 13). La comunión de los miembros de las familias, de los fieles de las comunidades y de las Iglesias particulares en el Pueblo de Dios se sustenta en la comunión con la Trinidad. La vocación al discipulado misionero es con-vocación a la comunión en su Iglesia. 

No hay vocación cristiana sin comunión. Lo que vivimos en cada familia lo llevamos a las comunidades y allí se comparte y enriquece en un ambiente de Iglesia. La fe en Jesucristo nos llegó a través de la comunidad eclesial y ella “nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia católica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión”. Esto significa que una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y de comunión.

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